16
May
09

El traje nuevo del Emperador

Hans Christian Andersen (1805 – 1875), escritor y poeta danés, famoso por sus cuentos para niños, entre ellos «El patito feo» o «La sirenita» también escribió otro delicioso cuento «El traje nuevo del emperador« publicado en 1837 como parte de Eventyr, Fortalte for Børn (Cuentos de hadas contados para niños). La historia es una fábula o apólogo con un mensaje de advertencia: Sólo porque todo el mundo crea que algo es verdad, no significa que lo sea, o también: No existen las preguntas estúpidas.

Cuando un niño (Struwwelpeter) dijo que el emperador estaba desnudo ...

Cuando un niño (Struwwelpeter) dijo que el emperador estaba desnudo ...

Este es su argumento (tomado de Wikipedia, de manera libre, las cursivas son añadidas, todo parecido con algún personaje real, vivo o societariamente muerto, no es mera coincidencia):

En el lejano país de Aepelandia hace muchos años vivía un rey, cuyo reinado duraba ya 10 años, que se preocupaba mucho por su vestuario. Un día escuchó a dos charlatanes decir que podían fabricar la tela más suave y delicada que pudiera imaginar. Esta prenda, añadieron, además tenía la especial capacidad de ser invisible para cualquiera estúpido o incapaz para su cargo. Por supuesto, no había prenda alguna sino que los pícaros hacían que como que trabajaban en la ropa, pero se quedaban ellos los ricos materiales que solicitaban para tal fin.

Sintiéndose algo nervioso acerca de si él mismo sería capaz de ver la prenda o no, el emperador envió primero a dos de sus hombres de confianza a verlo. Evidentemente, ninguno de los dos admitieron que eran incapaces de ver la prenda y comenzaron a alabar a la misma. Toda la ciudad había oído hablar del fabuloso traje y estaba deseando comprobar cuán estúpido era su vecino.

Los estafadores hicieron como que le ayudaban a ponerse la inexistente prenda y el rey salió con ella en un desfile en el que conmemoraba sus 12 años y pedía al Parlamento (aunque muy imperfecta era una monarquía parlamentaria peculiar) otros cuatro más, ahora como Emperador,  sin admitir que era demasiado inepto o estúpido como para poder verla.

Toda la gente del pueblo alabó enfáticamente el traje temerosos de que sus vecinos se dieran cuenta de que no podían verlo, hasta que un niño (Struwwelpeter)  dijo: – “¡¡Pero si va desnudo!!”

La gente empezó a cuchichear la frase hasta que toda la multitud gritó que el emperador iba desnudo. El Emperador lo escuchó y supo que tenían razón, pero levantó la cabeza y terminó el desfile. El Parlamento de aquel lejano país no le renovó su mandato.


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